
Hablar de la menstruación, todavía hoy es un tabú, incluso para muchas mujeres. En el proceso de culturación que nos imprimen desde el patriarcado, se ha considerado la menstruación como algo sucio y que nos hace ser un cuerpo “enfermo”.
Nadie, o al menos nadie que yo conozca, en su menarquía o primer sangrado, le explicaron la ciclicidad que tenemos las mujeres, por el hecho de ser fértiles y que esos ciclos se corresponden con la luna, las estaciones y los elementos.
Cuando hablo con las mujeres con las que trabajo o con amigas, casi todas coincidimos en una cosa, y es lo que nos dijeron nuestras familias, con nuestro primer sangrado, en el mejor de los casos “Ya eres mujer”. Y…¿Qué significa esto para una niña de 10-13 años? En mi caso particular, la llegada de mi menstruación fue una fiesta, puesto que todas mis amigas ya la tenían, menos yo, lo que me hacía considerarme alguien con una “tara”, pero también me dijeron la famosa frase.
En la mayoría de los casos, estas tres palabras vienen con una carga muy pesada, como fue mi caso, ya que se relaciona únicamente con la relación sexual y la probabilidad de quedarse embarazada sin darse casi ni cuenta.
Esta falta de educación o mala educación menstrual, queda muy lejos de prepararnos para un buen entendimiento de la plenitud sexual y de nuestra parte emocional. Y así crecemos, con unos dolores terribles, con miomas, deseando ser hombres, y maldiciendo nuestra sangre…, y lo peor de todo es que lo acabamos normalizando.
Las mujeres, al ser cíclicas y tener una conexión con la luna, hace que no estemos todo el tiempo ni con la misma energía, ni con las mismas emociones, y de esto no solo tiene la culpa nuestro satélite, sino también el baile hormonal y de neurotransmisores que se produce en nuestro cuerpo.
Aprender a sentirnos, a escucharnos y a danzar con nuestros ciclos, a través de una buena educación menstrual, es básico para entendernos y poder vivir una vida plena. Adaptar nuestra vida a estos ciclos es una tarea complicada, debido a la vorágine en la que vivimos. Pero cuando lo consigues, aunque solo sea un poquito, todo nuestro mundo empieza a equilibrarse, nos empezamos a sanar, acabando con esos dolores menstruales, con las depresiones y la ansiedad.